jueves, 20 de junio de 2013

Fundamentalismo religioso = trastorno mental...

Si bien, no es un tema sobre música acostumbrado en O.I.Z-E.A., es un tema que hace parte del amplio submundo que abarca el Metal y un punto fundamental, base de toda temática e ideología tratada dentro del acero: "anti-religión"

Neurocientífica: Fundamentalismo religioso podría ser tratado como trastorno mental

El fundamentalismo religioso es considerado muchas veces, tanto por el fanatismo que produce en el individuo, como por el comportamiento social inflexible que genera, como un comportamiento radical e intransigente.

Desde una perspectiva científica, la doctora Kathleen Taylor, investigadora del Departamento de Fisiología, Anatomía y Genética de la Universidad de Oxford, y especializada en neurociencias, afirmó que el fundamentalismo religioso, puede ser considerado y tratado como un trastorno mental tratable y curable. Desde la perspectiva de que implicaría la alteración de los procesos cognitivos y afectivos de la persona, a un nivel que produciría un contraste anormal y severo respecto del comportamiento del resto del grupo social. La enajenación mental de este tipo, conllevaría a desarrollar alteraciones en el proceso de razonamiento de la persona en su comportamiento cotidiano, así como en su manera de ver y asumir la realidad.

La doctora Taylor comentó así, una investigación suya acerca del funcionamiento del cerebro presentada en el Festival Literario de Hay en la ciudad de Gales. En relación con los desarrollos futuros de la neurociencia y sus implicancias para explicar el comportamiento humano, Taylor afirmó que puede causar una gran sorpresa, el ver cuánto una creencia puede reconfigurar mentalmente la interacción con el entorno social.

En el caso de las personas que abrazan una ideología de culto, se puede identificar su radicalismo como el resultado de: no haber pasado por un proceso de elección personal, producto de un examen interno mediante la voluntad libre. Es un proceso de privación de la voluntad, por lo que puede considerarse -y tratarse- como un trastorno mental. El verlas de este modo podría ser positivo, pues contemplaría considerar nuevas maneras de abordar y resolver los efectos de muchas creencias sociales que causan mucho daño, no solo por la violencia ejercida por miembros de diferentes grupos de fundamentalismo, como el del islam radical, o aquel de quienes están convencidos de que golpear niños es bueno y aceptable.

El interés de Taylor por los procesos de la mente de individuos considerados radicales, no es nuevo. En su libro Lavado de cerebro: La ciencia del Control del Pensamiento (2006), exploró la estructura cognitiva y la lógica que están detrás de las tácticas persuasivas de grupos extremistas basados en el culto, como es el caso de Al Qaeda.

Según la investigadora, el proceso de persuasión es común y extendido: "Todos nosotros, persuadimos a otros para que hagan cosas; todos nosotros lo vemos en la publicidad; todos nosotros somos educados así y la experiencia [religiosa] del lavado de cerebro -si se quiere ver así- es el extremo de esto; es un tipo de manipulación psicológica coercitiva y forzada".


Así, Taylor reconoce que empleamos cierto tipo de lavado de cerebro , pero como un fenómeno mucho más generalizado de persuasión: "¿cómo hacemos que la gente piense que hay cosas que no son buenas para ellas, que de otra manera no podrían pensar?".

Frente a este alto grado de susceptibilidad de la mente a ideas no propias, Taylor considera que debe haber un acercamiento ético respecto de la información acerca del funcionamiento del cerebro humano. Las tecnologías que examinan y describen cómo se manipula el cerebro, no pueden ser consideradas instrumentos neutrales o comercializables abiertamente.

Para Taylor, la finalidad de estas ciencias, es mejorar la dignidad humana, aunque es claro que también se corre el riesgo de emplearlas para otros fines.

Edición y traducción de Héctor Cárdenas para Sophimanía.

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